Jaque Mate
Y fin de la partida para muchos hosteleros de toda Cantabria con estas nuevas restricciones en las que solo podemos tener la terraza al 75% – muy aprovechable en esta época estival aquí al borde del mediterráneo-. Pero lo más sorprendente es que después de 3 meses no tenemos aun ningún informe de la Consejería de Sanidad cántabra sobre la incidencia del virus en hostelería diurna o nocturna.
Por lo tanto, tenemos que buscar datos por otras fuentes. Según un informe de Competur publicado por Economía Digital realizado entre el 25 de mayo y el 16 de octubre, se apunta que menos del 3,5% de los casos de COVID en España se pueden atribuir a hostelería. Siendo un sector con 235.000 negocios abiertos al público, la afectación es de solo 1,1 casos por cada 100 establecimientos. Esta incidencia es, por ejemplo, 62 veces menor que en mataderos industriales y entre 7 y 8 veces menor que en centros escolares. Las cifras ofrecidas en el estudio están en línea con las que ya venían ofreciendo otros países europeos como Inglaterra y Holanda. En Inglaterra, los locales de hostelería representan poco más del 3% de los focos de contagio, mientras que en Holanda es del 3,8% (recordemos que en España es del 3,5%).
Con estos datos la hostelería sigue siendo la piñata a la que nuestros gobernantes pueden dar sin cesar. Nos quieren hacer creer que están trabajando en el problema, pero la realidad es que aquí se imponen restricciones sin ningún criterio, sin ningún consenso, y lo que es peor, sin informarse ni preguntar a profesionales del sector. Y mi pregunta es muy lógica ¿por qué solo se marcan restricciones en la hostelería? ¿Por qué no en servicios públicos, grandes almacenes, transportes u otro tipo de sectores?
Pues creo que la respuesta es que, de cara a la galería y a los votos que son muy importantes, queda muy bien hacer pensar al público que se preocupan y que toman medidas para atajar la incidencia del virus. Pero lo cierto es que están llevando a un sector como es la hostelería a la ruina total. Pero bueno, siempre nos quedaran los 500 euros que nos va a dar el gobierno. Para que nos hagamos una idea, según la asociación de hostelería de Cantabria, un local de 60m ha tenido unos gastos medios durante los 3 meses de pandemia de 10.800 euros entre suministros, impuestos, autónomos etc. Si un hostelero se ha podido acoger a todas las ayudas (cosa poco probable teniendo en cuenta todos los factores excluyentes) habrá conseguido unos 2.200 euros. Esto supone entre un 15% y un 20% de sus gastos fijos. Ya no hablamos de ganar dinero, hablamos de no perder. En Alemania – por no salirnos de Europa – se han adoptado políticas coherentes con la hostelería, ya que le darán el 75% de la facturación que tuvo el mismo mes del año anterior. Eso son medidas reales para situaciones reales.
A parte de los datos económicos que son demoledores, también quiero entrar en el plano personal de cada hostelero, el cual no sabe cuándo abrir, cuándo cerrar, si podrá usar la barra, si poner la terraza al 70%, si comprar mercancía… Todo esto porque nuestros dirigentes no son capaces ni de tomar ni de transmitir decisiones coherentes.
En el ámbito legal, ¿alguien cree que tiene cobertura legal cerrar un negocio, el cual cumple con la normativa vigente contra el COVID, sin ni siquiera tener un informe de Sanidad que explique la incidencia de casos de coronavirus en la hostelería? Tenemos un claro ejemplo en Cataluña, donde cuando se decretó el cierre de bares y restaurantes se notificaron 2.251 casos diarios. 15 días más tarde se notificaron más de 6.000, lo que sígnica un 175% más. Mientras en Madrid con la hostelería abierta con restricciones, bajan los contagios.
Y si la hostelería ha hecho los deberes, y si los hosteleros estamos tomando medidas y luchando activamente contra la pandemia desde nuestros locales, ¿y si la HOSTELERÍA NO FUERA EL PROBLEMA SINO PARTE DE LA SOLUCIÓN? La solución para proponer un ocio controlado en establecimientos que cumplen las medidas de seguridad, frente al ocio descontrolado que se produce en cenas y fiestas en casas privadas, botellones de gente joven y reuniones de amigos donde no hacen falta mascarillas ni medidas de distancia. ¿Y si nuestro gobierno optara por preguntar a los hosteleros y hacer un plan en conjunto para poder tener entornos seguros dentro de nuestros locales?
Por último, reivindicar que por muy desfavorable que parezca esta partida, el hostelero sigue reinventándose, levantándose todos los días y luchando contra las dos pandemias que tenemos: nuestro gobierno, y el dichoso COVID, porque como nos repetimos unos a otros constantemente, RENDIRSE ESTA PROHIBIDO.
Sergio Gómez
Head manager Little Bobby y Grog
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